martes, 1 de agosto de 2017

La doctrina bíblica de la separación

 Una enseñanza que a penas se escucha hoy es acerca de la separación. Aparece en muchos lugares en la Biblia, pero no en los púlpitos ni en la práctica. Empieza en Génesis, y termina en Apocalipsis 18:4 cuando Dios manda: “Salid de ella, pueblo mío”. El camino de comunión con Dios y bendición es el de la separación. No es popular, ni políticamente correcto, pero es espiritualmente correcto. En Génesis 12:1 Abram fue llamado a salir de su tierra y su parentela. Los lazos culturales y familiares pueden impedir la obediencia y el crecimiento espiritual. Dios quiere primer lugar en nuestra vida. Pero Abram salió con su padre, y paró en Harán hasta que muriera. Por eso Génesis 12:1 comienza con "pero", marcando la diferencia entre lo que Dios mandó y lo que él hizo. Otro desenlace viene en Génesis 13:9 cuando Abraham se separa por fin de Lot, diciendo: “te ruego que te apartes de mí”. Luego en Génesis 19:12-14 Lot, tras una serie de decisiones malas, tuvo que separarse de Sodoma. “Salid de este lugar” dijo Lot a sus yernos (v. 14), pero los ángeles tuvieron que asirle de la mano, sacarle y ponerle fuera diciendo: "escapa por tu vida” (v. 17).. Como Lot, hay creyentes que no quieren dejar al mundo, y parece que sólo lo harán si un ángel les toma la mano. José el patriarca, en Génesis 39:7-12 intentaba evitar a la mujer de Potifar que le acosaba en su lugar de trabajo. Al final no le quedó más remedio que salir corriendo: “huyó y salió”. Mejor eso que pecar. Hay personas y lugares que debemos evitar. En Números 16:23-26, en la rebelión de Coré, Israel fue mandado y advertido: “apartaos de en derredor”, porque el juicio de Dios iba a caer sobre esa compañía soberbia. Debemos separarnos de los desobedientes y altivos, y no asociar con ellos. Observamos que en Levítico 13:45-46 Dios mandó la separación respecto a los leprosos. El leproso “habitará solo, fuera del campamento será su morada”. Hoy algunos dirían que eso no es amor, pero se equivocan. Había que amar al resto de la congregación y no contaminar ni contagiarla. Antes de que Israel entrara en la tierra prometida, Dios mandó clara y tajantemente que guardase la separación de las naciones alrededor suyo. Deuteronomio 18:9 dice: “No aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones” (véase Jer. 10:2-3). No quería entonces ni quiere ahora un pueblo como el mundo

Tomado de En esto Pensad, Revista mensual de la asamblea biblica Betel, Sevilla España.

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