Una enseñanza que a penas se escucha hoy es acerca de la separación.
Aparece en muchos lugares en la Biblia, pero no en los púlpitos ni en
la práctica. Empieza en Génesis, y termina en Apocalipsis 18:4 cuando Dios manda: “Salid de ella, pueblo
mío”. El camino de comunión con Dios
y bendición es el de la separación. No
es popular, ni políticamente correcto,
pero es espiritualmente correcto.
En Génesis 12:1 Abram fue
llamado a salir de su tierra y su parentela.
Los lazos culturales y familiares pueden
impedir la obediencia y el crecimiento
espiritual. Dios quiere primer lugar
en nuestra vida. Pero Abram salió con su padre, y paró en Harán hasta que
muriera. Por eso Génesis 12:1 comienza con "pero", marcando la diferencia
entre lo que Dios mandó y lo que él hizo. Otro desenlace viene en Génesis 13:9
cuando Abraham se separa por fin de Lot, diciendo: “te ruego que te apartes de
mí”.
Luego en Génesis 19:12-14 Lot, tras una serie de decisiones malas,
tuvo que separarse de Sodoma. “Salid de este lugar” dijo Lot a sus yernos (v.
14), pero los ángeles tuvieron que asirle de la mano, sacarle y ponerle fuera
diciendo: "escapa por tu vida” (v. 17).. Como Lot, hay creyentes que no quieren
dejar al mundo, y parece que sólo lo harán si un ángel les toma la mano.
José el patriarca, en Génesis 39:7-12 intentaba evitar a la mujer de
Potifar que le acosaba en su lugar de trabajo. Al final no le quedó más remedio
que salir corriendo: “huyó y salió”. Mejor eso que pecar. Hay personas y
lugares que debemos evitar.
En Números 16:23-26, en la rebelión de Coré, Israel fue mandado y
advertido: “apartaos de en derredor”, porque el juicio de Dios iba a caer sobre
esa compañía soberbia. Debemos separarnos de los desobedientes y altivos, y
no asociar con ellos.
Observamos que en Levítico 13:45-46 Dios mandó la separación
respecto a los leprosos. El leproso “habitará solo, fuera del campamento será
su morada”. Hoy algunos dirían que eso no es amor, pero se equivocan. Había
que amar al resto de la congregación y no contaminar ni contagiarla.
Antes de que Israel entrara en la tierra prometida, Dios mandó clara
y tajantemente que guardase la separación de las naciones alrededor suyo.
Deuteronomio 18:9 dice: “No aprenderás a hacer según las abominaciones de
aquellas naciones” (véase Jer. 10:2-3). No quería entonces ni quiere ahora un
pueblo como el mundo
Tomado de En esto Pensad, Revista mensual de la asamblea biblica Betel, Sevilla España.
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